Guía para investigadores y creativos.
Saber preguntar es la base del pensamiento crítico. Todo buen investigador sabe hacerse buenas preguntas. Las preguntas que somos capaces de hacernos a nosotros mismos y hacerle al mundo son determinantes para activar el camino creativo que recorremos. Aquí una metodología para trabajar ese músculo.
1. Conoce tu motor secreto: seeking system
Todos tenemos un sistema de búsqueda en el cerebro que nos impulsa a explorar y aprender. Libera dopamina, la “molécula del descubrimiento”, que nos hace sentir vivos, curiosos y motivados.
Qué significa:
Cuando tu curiosidad está activa, tu cerebro se siente creativo, flexible y presente. Cuando está apagada, aparece aburrimiento, rigidez o miedo. Esta sección es para activar tu motor sin presionarte, dejando que el descubrimiento sea el eje, no la respuesta correcta.
Ejercicio:
- Antes de empezar algo nuevo, anota preguntas abiertas:
- ¿Qué me llama la atención…?
- ¿Qué aparece si sigo un hilo mínimo y lo dejo crecer sin prisa?
- ¿Qué resuena en mí cuando dejo que esto se mueva sin intención de entenderlo?
- ¿Desde qué perspectivas, influencias me inspira mirar este universo?
- ¿Qué patrones hay detrás, facts que puedo recolectar?
- No busques respuestas todavía. Solo deja que tu motor de búsqueda se encienda a tu ritmo.
- Observa sensaciones, imágenes, emociones o conexiones que surgen.
2. Redescubrir la chispa y jugar como aprendizaje
Jugar activa la automotivación y la concentración, y nos hace querer repetir la actividad por placer. Dos personas pueden hacer lo mismo, pero solo quien está absorto, curioso y disfrutando está realmente jugando.
Qué significa:
Jugar activa creatividad y aprendizaje. No importa si estás escribiendo, caminando o cocinando: lo importante es la actitud.
Ejercicio:
- Haz algo rutinario de manera diferente:
- Pide tu tercera opción en la lista de lo favorito en la cafetería.
- Toma la taza con la mano opuesta por una semana.
- Despierta leyendo un párrafo de un libro y luego sal de la cama.
- Camina por calles nuevas y observa cosas que normalmente ignoras.
3. Preguntar es seguro
Solo un cerebro que se siente seguro puede explorar y preguntar. Si hay miedo al error o juicio, la amígdala bloquea la curiosidad.
Qué significa:
Sentirte seguro es la base para explorar y aprender sin miedo.
Ejercicio:
- Ten una colección de “puntos seguros” (personas, lugares, hábitos) que te den calma.
- Recuerda: equivocarse es parte del aprendizaje.
4. Diferencia preguntas expansivas de preguntas que cierran caminos
Una buena pregunta no busca controlar ni juzgar, sino abrir posibilidades y ampliar la mirada.
Qué significa:
Una pregunta que te da energía y ganas de investigar es buena. Una que provoca miedo, culpa o ansiedad no lo es (por ahora).
Ejercicio:
- Toma un tema de interés y escribe estas tres preguntas:
- Confirmatoria: ¿Esto está bien o mal?
- Expansiva: ¿Qué intenta mostrarme esto?
- Transformativa: ¿Qué cambia en mí si miro esto distinto?
- Subraya la que te da ganas de explorar.
5. Micro pasos para entrenar el músculo de preguntar
El cerebro aprende mejor con repetición y pequeños logros. Cada micro paso fortalece tu creatividad y el sistema de búsqueda.
Ejercicio diario:
- Escribe preguntas que te intriguen.
- Obsérvalas sin responder todavía.
- Al final de la semana, escoge una y prueba algo pequeño relacionado: observación, dibujo, conversación, investigación, etc.
6. Hacer preguntas amables (a otros y a ti)
La curiosidad verdadera es una invitación, no un interrogatorio ni juicio. Preguntar desde la apertura activa la red de exploración del cerebro, favorece la conexión, creatividad y aprendizaje.
Regla del juego:
- Evita preguntas que generen culpa, juicio o presión para justificarte.
- Si surgen críticas propias o tensión, obsérvalo, no lo sigas. Mantén tu espacio de juego seguro.
Ejercicio práctico 1: Conversaciones cotidianas
- En lugar de: “¿Por qué hiciste eso?”
- Pregunta: “¿Qué te movió a hacerlo?”
Ejercicio práctico 2: Entrevistas o temas delicados
- Explora motivaciones, procesos y aprendizajes:
- “¿Qué te movió a elegir este enfoque?”
- “¿Qué aprendiste de esta experiencia?”
- “Si alguien interpreta esto distinto a ti, ¿qué quieres que descubra?”
- La pregunta busca comprender y explorar, no corregir ni defender.
Ejercicio práctico 3: Diálogo interno
- “¿Qué me pasa?” → “¿Qué necesito?”
- “¿Estoy haciendo esto bien?” → “¿Qué quiero descubrir realmente?”
- “¿Y si me equivoco?” → “¿Qué me permitirá aprender esta pregunta?”
- Tip extra: Si surge tensión o crítica, obsérvala: no tienes que actuar, solo vuelve a tu pregunta amable.
7. Usar el cuerpo como brújula
Nuestro cuerpo registra curiosidad y miedo a nivel fisiológico: pecho, estómago, garganta. Esto nos permite reconocer si una pregunta nos expande o nos aprieta.
Ejercicio:
- Cuando sientas curiosidad, nota dónde la sientes.
- Si se expande, es buena pregunta.
- Si se contrae, decide si quieres explorarla más, cambiar la ruta o pausar.
8. Guardar tus preguntas favoritas
Escribir y revisar preguntas mantiene vivo el motor de búsqueda y la memoria del cerebro.
Ritual:
- Crea un frasco o libreta de “preguntas vivas”.
- Cada vez que algo te intrigue, escríbelo sin responder.
- Revisa cuando necesites inspiración; algunas se responderán solas.
9. Celebrar la confusión
Estar confundido activa dopamina y el sistema de juego, señal de que el cerebro está aprendiendo y explorando.
Ejercicio:
- Cuando no tengas claridad, di en voz alta: “Estoy en medio del descubrimiento.”
- Cambia el tono interno del miedo al juego.
- Recuerda: eres dueña de tu exploración, para habitarla y para salir de ella también.
🔧 Herramientas opcionales
- Frasco o libreta de preguntas vivas
- Mapa de descubrimiento: mural con preguntas y observaciones
- Diálogo socrático lúdico: preguntas que abren caminos, no debates
10. Ponle un nombre a tu curiosidad
Nombrar algo lo vuelve real. Ponerle nombre a tu parte curiosa es una forma de reconocerla y darle espacio para que exista. No es un juego de ficción: es una manera de recordarte que dentro de ti hay una observadora, una investigadora, una niña que todavía pregunta sin miedo.
Cada exploradora necesita un nombre. Nombrarla es darle espacio para existir.
Ejercicio:
- Elige un alias que te haga sonreír o soñar: “La que observa estrellas”, “La rastreadora de secretos”. Escríbelo en tu cuaderno. Cada vez que estés bloqueada, pregúntale:
“¿Qué descubres que yo aún no veo?”
Guía para trabajar el músculo de preguntar y despertar la curiosidad – Texto escrito por Natalia López. Este texto es parte de un Mapa para Colaboraciones y el Cuidado de la Integridad Creativa de Academia Vinograd.



